La Sala de Tatuajes Capponi Tatto Company de Madrid ha acogido la mañana del miércoles 23 de septiembre la presentación de la adaptación española de EL CABARET DE LOS HOMBRES PERDIDOS, un musical escrito por Cristian Simeón (libreto) y Patrick Laviosa (música), sobre una idea original del creador Jean-Luc Revol, dirigido por Víctor Conde, y protagonizado por Ignasi Vidal, Armando Pita, Ferran González y Cayetano Fernández.

EL CABARET DE LOS HOMBRES PERDIDOS podrá verse del 20 de octubre al 8 de noviembre de 2015 en la Sala Verde de los Teatros del Canal. Antes, la producción se estrenará en el Teatro del Mercado de Zaragoza del 16 al 18 de octubre, y posteriormente -del 19 al 29 de noviembre- se representará en La Rambleta de Valencia.

Además de actores y director, a la convocatoria han acudido el director musical Marc Álvarez, el adaptador Jorge Roelas, la coreógrafa Amaya Galeote y el director artístico de los Teatros del Canal Albert Boadella. Ha sido este último quien ha abierto la presentación asegurando que “ésta es una representación de mucho interés por el contenido y por lo que significa a nivel de transgresión y provocación, aspectos inherentes al teatro“.

Boadella ha añadido que “el teatro español está muy bien hecho, pero siempre dentro de la corrección política, rompiendo muy rara vez con las convecciones”. En palabras del directivo de los Teatros del Canal, “esta obra tiene aspectos que me parecen muy interesantes y una perspectiva novedosa, siendo una de las piezas que más me interesan de la actual programación teatral“.

El director Víctor Conde ha recordado que “cuando me hablaron de esta función, yo venía de trabajar durante dos años con ‘The Hole’ y tenía mucho cabaret dentro de mí. No sabía si quería montar algo parecido, pero cuando estudié el texto encontré muchas capas que me sedujeron al instante”. Ha subrayado que “estamos ante un tipo de teatro en el que todos los que estamos involucrados creemos, un teatro desde la libertad y la reinvención de lenguajes para decir cosas muy importantes, siempre dentro de una diversión y libertad absoluta“.

Conde ha explicado que “al plantear el texto hemos intentado reinventar los géneros, porque la función siempre se había representado en pequeños espacios propios del cabaret. Queríamos darle un nuevo juego teatral, que es lo que estamos trabajando en los ensayos”. Así, ha definido el montaje como “una comedia que no deja de contar el drama de una persona y reflexionar sobre cómo a veces las decisiones que creemos las correctas no las podemos determinar”.

En lo referente a la escenografía, el director ha apuntado que los espectadores se encontrarán “frente a un salón de tatuajes en un lugar y tiempo indeterminado donde todos podríamos entrar y ver cómo cambiamos”.

Marc Álvarez, director musical, ha revelado que “se ha respetado mucho la partitura, limitándonos a pequeños cambios estructurales. Hay canciones de cabaret, una habanera y algunos temas que recuerdan a Sondheim. Es un espectáculo muy variado en el que lo que prima es la sonoridad derivada de un piano y cuatro voces.”

Por su parte, Jorge Roelas ha asegurado que “la adaptación ha consistido en materializar la idea que tenía Víctor Conde de la obra. En cada país hay una forma diferente de desarrollar las cosas y teníamos que trasladarlo a nuestra manera. Como autor, a mí no me importa que el equipo colectivo realice los cambios necesarios para representar una pieza, como hemos hecho, desarrollando y modificando las escenas de un texto que hemos respetado al máximo”.

El adaptador ha afirmado que “este texto no tiene nada que ver con el musical típico ni las obras de teatro habituales, dejando a un lado todos los convencionalismos. Es un montaje transgresor cuyas escenas se plantean con todas las posibilidades que pueda tener donde destacan cuatro bestias del musical que van a impactar al espectador”.

La coreógrafa, Amaya Galeote, ha explicado que “intentamos trabajar por otro camino que no es el habitual en el género musical, aprovechando los recursos de cada actor a partir de un estudio del movimiento de cada uno de ellos. No se trata de coreografías limitadas a los números, sino que tratamos de expresar mediante el cuerpo una serie de matices que a simple vista se pasarían por alto”.  A lo que Víctor Conde ha añadido que “Amaya propone una coreografía partiendo de cada actor, amoldándola a lo que ofrece cada intérprete. No hemos querido que el texto y las canciones fueran dos mundos diferentes, sino que fluyeran como parte de un todo, algo que se está trabajando mucho en los ensayos”.

“Sobre ese proceso de ensayos hay que destacar que aún estamos en pleno proceso creativo, tratando el espectáculo con mucho mismo y profundizando en los lenguajes corporales, musicales y actorales”, ha explicado el actor Armado Pita.

Por su parte, el productor Santiago Iluldáin ha afirmado esperanzado que confía “en que esta obra le haga vivir una experiencia al público como la que yo viví cuando la vi por primera vez en Argentina”. Uno de los secretos que ha desvelado es que en el estreno de Madrid habrá un ambiente especial y tatuadores profesionales.
 
La importancia del mundo del tatuaje es básica en una historia en la que Dicky, su protagonista, va decorando su cuerpo con los nombres de los amantes que van pasando por su vida tras escabullirse y darse de bruces con el Destino, un tatuador y Lullaby, tres personajes que le tratarán de curar las heridas mientras escenifican cómo podría ser su futuro. Aunque él quiere ser cantante, la propuesta que recibe es algo distinta.

Ignasi Vidal se mete en la piel de “una especie de señuelo del destino que empuja a Dicky a convertirse en una estrella, llevándole en realidad al ocaso del ser humano”, un papel en el que el artista ha asegurado sentirse “muy feliz, también por estar en esta compañía formada por unos actores fantásticos”. Así, ha explicado que “normalmente una compañía de teatro musical suelen estar formada por una treintena de personas, simplificando mucho las cosas el trabajar en un grupo tan pequeño, algo que ayuda al ritmo y a que surjan muchas ideas, también por la forma de trabajar de Víctor”.

Su compañero Ferran González se calza los tacones para dar vida a Lullaby, una mujer nacida en el cuerpo equivocado a la que intenta interpretar “sin caricaturizar”. González ha presentado EL CABARET DE LOS HOMBRES PERDIDOS como “un montaje muy especial en el que se cuenta la historia de un personaje sin que ninguno de los actores desaparezcamos en ningún momento del escenario”.

EL CABARET DE LOS HOMBRES PERDIDOS se convirtió en un verdadero éxito del circuito off de París en su estreno en el 2006. En 2007 fue premiado como Mejor Musical Original en Les Musicals y recibió el premio Molière, también ese año, en las categorías de Mejor Musical y Mejor Autor. Tras su éxito en París, EL CABARET DE LOS HOMBRES PERDIDOS se estrenó en el Teatro Molière de San Telmo (Argentina) en agosto de 2012, en una producción dirigida por Lía Jelín y protagonizada por Esteban Masturini, Roberto Peloni, Diego Mariani y Omar Calicchio.