Todo fue de maravilla. O casi. Casi de maravilla. ¡Casi casi! Y lo pasamos todos en grande, no sólo los espectadores (al menos aparentemente), también los que participamos en la función. Y eso que no las teníamos todas con nosotros. En primer lugar, porque llevábamos casi un mes y medio sin representar la función, desde que acabamos el 8 de agosto, hasta el 18 de septiembre, y aunque habíamos ensayado como locos, no habíamos hecho un pase completo con todo el atrezzo y vestuario en el mismo escenario del teatro que nos acoge. Ahora explico el motivo. En segundo lugar, porque el teatro que nos acoge había realizado algunas mejoras que afectaban directamente al espectáculo, sin que hubiéramos podido ensayar en él. Ahora lo explico también.

 

No sé si conocéis el Llantiol. Si lo conocéis, sabéis que es un precioso café teatro, el de más solera en Barcelona, con capacidad para unas 80 personas (dicen que caben 100 apretujadas, pero 80 están más cómodas). Si no lo conocéis… a qué estáis esperando para ir? De verdad que vale la pena la visita.

 

Tiene un escenario pequeño, de unos seis metros de ancho por cuatro de fondo, y mesitas en la platea con sillas para sentarse. La barra está dentro del mismo teatro, y la gracia está en que se pueden llevar las bebidas a las mesas para beber durante la función. ¡Hace nada incluso se podía fumar! Por raro que suene ahora… La decoración neorromántica y las lamparitas en las mesitas le dan al conjunto un aire muy acogedor. Vamos, que es uno de los teatros con más encanto de la ciudad. Allí han empezado y/o actuado en sus inicios Tricicle, por ejemplo, Juan Tamariz en cientos de noches mágicas y el humorista Eugenio, que grabó allí varios de sus discos de chistes en directo. Este año este templo del teatro y de las variedades cumple 30 años. ¡Si las paredes hablasen!

 

La cuestión es sin embargo que en el Llantiol se presentan cada día de la semana dos espectáculos diferentes. Es decir que, por ejemplo, todos los lunes hacen dos funciones distintas en horario de 21 y 23 horas, todos los martes otras dos, y así sucesivamente cada día. SILENCIS la hacemos, por este motivo, todos los viernes a las 21 horas. Y el hecho de que haya permanentemente 14 compañías en activo en ese teatro tiene una consecuencia directa tan sencilla como aterradora: no se puede ensayar en la misma sala. Si todos lo hiciéramos, sería un caos, de manera que lo que tienes que hacer es llegar dos horas antes del inicio de la función, montar la escenografía como puedas (se monta y desmonta todo para cada función), montar y probar sonido (que también se monta y desmonta para cada función)… y poco más. Es por este motivo que no es fácil hacer un ensayo general en la sala, con vestuario y atrezzo. Y es por esto que el Llantiol es un lugar muy dado a los imprevistos. Si a esto le añades que este verano la sala ha hecho algunas mejoras, se incrementa notablemente la emoción de lo inesperado. El suelo del escenario es completamente nuevo, como lo es el telón y las cortinas del fondo. Eso lo supimos nada más entrar en el renovado Llantiol. Lo que ahora sabemos también es que el suelo nuevo resbala. De hecho, alguno que otro resbalón se produjo durante la función. Motivo de más para haber hecho un ensayo general en la sala. Pero las cosas son así. Hay que adaptarse al medio. Somos artistas.

 

Además, los nervios se incrementaban en nuestra primera función de la temporada porque estrenábamos un nuevo técnico. Una nueva persona a montar micros, probar sonido, y a hacerse cargo durante la función de luces, efectos sonoros (pistas de cd), y nivelación de micrófonos. ¡Ahí es nada! Y, por supuesto, sin ensayo general, montando en menos de dos horas y sin tiempo para nada más. Sin embargo, salió adelante con efectividad y sin sorpresas. ¡Menos mal! Gracias, Damià.

 

La tensión se incrementó todavía más, sin embargo, al llegar al teatro. Una de nuestras actrices nos envió un sms para decir que estaba enferma, con fiebre, hecha polvo, pero que igualmente vendría para hacer la función. Lógicamente vendría, en lugar de a las 18.30 horas, que es cuando llegamos todos al teatro habitualmente, sólo un rato antes de abrir taquilla, para no agotarse durante el tiempo de preparación y espera. Todos hicimos así un esfuerzo por hacer todas las actividades que normalmente hacer ella. Preparar su atrezzo y vestuario, apoyarla en lo que necesitara. El teatro es un trabajo en equipo, y sin el apoyo de unos a otros es imposible que salga adelante. Nuestra artista, con fiebre y todo, hizo una actuación memorable. Ayudó sin duda la colección de pastillas que se tomó  antes de empezar, pero sobre todo ayudó su profesionalidad. ¡Y el público no notó nada en absoluto! Al contrario, entregado, aplaudió abundantemente. ¡Qué bien!

 

Esta próxima semana tenemos función el viernes, como siempre, a las 21 horas en el Llantiol, y luego el sábado nos vamos a hacer un bolo a Palafrugell. Ya veremos qué tal. Os lo contaré todo con pelos y señales. Sobre todo con pelos. Es broma.

 

SILENCIS, una comèdia musical. A partir del 18 de septiembre, todos los viernes a las 21 horas en el Café Teatre Llantiol de Barcelona. ¡No te lo pierdas! Te va a gustar. ¡Ya lo verás! Entradas con descuento en ATRAPALO.